Éxito
¡Hacia un nuevo éxito en el trabajo!, reza este cartel de Barikin. También falso, por supuesto, e inquietante, porque por más que lo intento no acierto a encontrar qué hay de sospechoso en él.
Tal vez sea el perro, que tendría que correr por encima de sus posibilidades, si hacemos caso a las pistas sobre la velocidad de la motocicleta que nos da el ilustrador en la inclinación del pelo y la falda de la chica. Tal vez sea la desafección en el gesto de él, que no parece responder al entusiasmo que demanda el lema, ni al placer de llevar detrás, agarrada de esa forma, a una mujer así. Tal vez sea el divorcio evidente de sus atuendos.
Hasta esta mañana, conversando con uno de mis alumnos sobre las desventuras, porque no puede llamarse de otra forma, de algunos de sus compañeros que trabajan para las grandes corporaciones en Madrid por 700 euros al mes, no he comprendido qué era lo que me hacía torcer el morro.
Era el lema en sí, que se queda corto. ¡Hacia un nuevo éxito en el trabajo!, sí, ya vamos, pero... ¿a cambio de qué?
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