Vacaciones
Me voy a la playa. Me llevo mis libros. Me tomo vacaciones. Espero que
tengan al menos un poco de aquellos veranos de cuando éramos niños, ¿los
recuerdan?, cuando no sabía uno los días que le quedaban para regresar al
colegio, se iba a la playa y regresaba agotado de nadar, de correr y de hacer batallas de arena con los amigos, y luego comía y otra vez a jugar. Llegaba la noche y
el bote o los polis y cacos, y luego la mañana, y otro día más, y algunos días
cine con bocata y dos películas a la fresca, o madrugón para ir a pescar, y
aquello era un no parar de felicidad, la cabeza vacía de preocupaciones y
obligaciones, los amigos y la playa y los padres que de vez en cuando te decían
que escribieses una redacción, o resolvieses algún ejercicio del libro de
Santillana, o te estuvieses un rato sentado porque tenías que hacer la
digestión. Pero eso no era para tanto, una pequeña molestia. Y jugar a chapas, al
Monopoli, a beso, verdad y atrevimiento, y con las bicis, o a hacer incursiones
en las urbanizaciones vecinas, o la güija en un rincón de las cocheras, o los
recreativos, y los helados. Aquello sí era vivir el momento, el Carpe diem que
ahora, ni aún esforzándose, puede uno llegar a alcanzar.
Que tengan también ustedes buenas vacaciones y buenas
lecturas. Nos vemos por aquí en septiembre.