Abandonar y empezar

-Yo acabo de tomar mi té... ¿Pero por qué no toma usted un gin fizz? A mí me encanta ver a la gente tomar gin fizzes. Me da la ilusión de estar en los trópicos, sentada en un bosque de guinjos, esperando un barco que nos lleve por un río ridículamente melodramático todo bordeado de mangles.
-Camarero, un gin fizz, haga el favor.
-Pero todo eso son bobadas -continuó Émile-. Todas las personas son lo mismo. Sólo que algunas van para arriba y otras no... Por eso vine yo a Nueva York.