Mostrando entradas con la etiqueta Kundera. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Kundera. Mostrar todas las entradas

viernes, 21 de febrero de 2014

MP 157


Monstruos perfectos
-157-
El hombre atraviesa el presente con los ojos vendados. Sólo puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo. Y después, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar el pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido.

 Amores ridículos, 1968. Milan Kundera

lunes, 17 de febrero de 2014

La insoportable levedad de Milan


La insoportable levedad de Milan


El escritor Milan Kundera va cayendo lenta, pero inexorablemente, en el pozo del olvido literario. Es posible que dentro de unos años, cuando muera, su obra retome momentáneamente un impulso que lleva ya lustros desaparecido, es muy posible, incluso, que en épocas que están por venir, el profesor Kundera recupere una parte considerable de la fama de la que ya gozó en los años 70 y 80, una fama que le valió el calificativo de autor best seller, fíjense, pero me da la impresión de que de la misma manera en que el interés por su obra ascenderá declinará, porque el tema que aborda casi en exclusividad en ella es la levedad, la irrelevancia de los actos y de las personas que los realizan, en fin, de la vida misma. Ha hecho de la levedad el tema principal de sus libros hasta el punto de llamar a una de sus novelas La insoportable levedad del ser, incorporando en el título un adjetivo que califica radicalmente su opinión sobre la existencia del individuo, y, por ende, puesto que este es el tema sobre el que escribe, de su propia obra. Insoportable. Esto es, que no se puede soportar o mantener en el tiempo.

Las historias de Kundera muestran hasta qué punto es frágil la existencia, cuán precario es el valor de nuestra biografía, cómo un simple gesto de un extraño puede dar al traste con algo tan leve como es nuestra vida: haces una broma a tu novia y esta te denuncia y acabas en un campo de concentración; evitas hacer un favor académico y eso se convierte en una pesadilla que da al traste con tus aspiraciones laborales; imaginas un juego erótico con tu pareja y se os va de las manos y a partir de ahí todo ha cambiado; te separas por fin de tu mujer y, en tu lecho de muerte, viene a verte, y luego, en el entierro, el cura dice que en el último momento os reconciliasteis…

Lo que piensa Milan de estas agresiones a la autenticidad/gravedad que uno desearía para su evolución vital es, como decíamos, que son insoportables. La pregunta es: ¿Cómo de soportable puede ser un tema literario basado en la constatación de la irrelevancia? Si esta misma irrelevancia hace insoportable el ser, cómo no va a hacerlo con la literatura basada en personajes que están puestos ahí, precisamente, para hacerla evidente. Los lectores queremos vivir otras vidas, sentir pasiones que enciendan las nuestras, encadenar razonamientos que tiren de nuestro raciocinio, pero una literatura que se fundamente en la evidencia de la levedad nos lleva, irremisiblemente, al aburrimiento.

Porque ya sabemos que nuestra existencia pende de un hilo, ya sabemos que las cosas se pueden torcer por una simple tontería, y aunque ese hecho constituya de por sí una herramienta espléndida para el narrador (qué buenos puntos de giro cuando las cosas se le complican al protagonista), no es efectiva cuando el argumento se focaliza en la intranscendencia que el punto de giro significa, en lugar de en la acción que acomete el personaje para resolverlo, o, según el caso, para no resolverlo.

Leí Amores ridículos en el mejor momento de mi vida. Cuando era un adolescente y no estaba leyendo mucho. Es un libro fantástico. Milan viene y te pone ahí, delante de los ojos, cuando eres un crío engreído, un conjunto de historias aterradoras y divertidas. Y entonces te dices, caray, qué frágil es la vida de estos personajes. Y al pasar los años te das cuenta de que no solo de los personajes, sino también de las personas. En fin, buena enseñanza filosófica. ¿Y ahora qué?

Hay libros que conviene leer de joven y otros que no. También las sociedades, como los individuos, agradecen leer a ciertos autores en ciertas épocas. Eso le pasó a Kundera: lo leíamos los franceses, los italianos, los españoles, los ingleses y los americanos. Lo leíamos para descubrir con ojos de sociedad adolescente con qué facilidad se habían perdido los derechos individuales al otro lado del telón de acero. Sentíamos nuestra gravedad y nos admirábamos al leer sus historias ingrávidas. Bien, lo comprendimos. Pero ahora hemos madurado. La levedad está a la orden del día. Entonces… ¿por qué seguir leyéndolo? Si algún día lo hacemos, será para echar la vista atrás y observar lo feas que se pusieron las cosas.

viernes, 10 de mayo de 2013

MP 72



Monstruos perfectos
-72-
Qué agotadora es la fidelidad cuando no brota de una verdadera pasión.
La ignorancia, 2000. Milan Kundera.

miércoles, 13 de febrero de 2013

MP 29



Monstruos perfectos
-29-
La vida humana acontece solo una vez y por eso nunca podremos averiguar cuáles de nuestras decisiones fueron correctas y cuáles fueron incorrectas.
La insoportable levedad del ser, 1984. Milan Kundera.

miércoles, 9 de enero de 2013

MP 14



Monstruos perfectos
-14-
Las tazas de water en los cuartos de baño modernos se elevan del suelo como flores blancas de nenúfar.

La insoportable levedad del ser, 1984. Milan Kundera.