viernes, 28 de noviembre de 2014

MP 188


Monstruos perfectos
-188-
A la belleza de la laguna se añadía la sensación de que los acantilados le servían de abrigo, como si fueran los muros de un castillo puesto del revés.
La playa, 1996. Alex Garland.

lunes, 20 de octubre de 2014

MP 187


Monstruos perfectos
-187-
-Si realmente fuera tan rico, no estaría preso -añadió el inspector con la sencillez del hombre corrompido.
El conde de Montecristo, 1845. Alexandre Dumas.

jueves, 2 de octubre de 2014

MP 186


Monstruos perfectos
-186-
La vida humana es el mayor derroche económico de la naturaleza: cuando parece que podrías empezar a sacarle provecho a lo que sabes, te mueres, y los que vienen detrás vuelven a empezar de cero.
En la orilla, 2013. Rafael Chirbes.

martes, 23 de septiembre de 2014

Chico malo en clase, profesor Walter


Chico malo en clase, profesor Walter

A todo docente le ha pasado alguna vez que un alumno interfiera en el normal discurrir de la clase. Que moleste a sus compañeros y al profesor, y no solo eso, que provoque de forma voluntaria un enfrentamiento con quien se supone que es la autoridad en el aula.

Exactamente eso es lo que le sucede a Walter en el primer capítulo de Breaking Bad. Un alumno habla en voz alta y molesta. Walter le llama la atención y le pide que regrese a su sitio. El alumno se levanta con desgana y, mirándole provocativamente, acata la orden, pero arrastrando ruidosamente la silla por toda la clase.

¿Qué debería hacer un profesor ante una falta de respeto directa, ante una provocación que pretende dejarle en evidencia delante de los demás alumnos?

Muchas opiniones habrá al respecto.Unos defenderán que hay que castigar al alumno, reprenderle con fuerza, no solo para dejar bien claro que su comportamiento es intolerable, también para dar ejemplo a los otros chicos.

Otros opinarán que el profesor ni siquiera debería de haber permitido que el alumno le provocase, ante una actitud molesta, un castigo ejemplar. No vuelvas a tu sitio, sino largo, fuera de clase.

Algunos habrá incluso que piensen que habría que dejar tranquilo al chico, que hable, que no hay que ser tan estrictos. Que la respuesta del alumno no es más que una defensa al ataque que recibe por parte del profesor.

Yo opino que Walter toma la decisión más adecuada. Llama la atención del alumno y le pide que regrese a su sitio. No le castiga, no le saca de clase, le pide que vuelva a su sitio, que asuma su responsabilidad como alumno, que es atender y tratar de aprender. Y por último, tal vez por cansancio, no responde a la provocación del alumno al arrastrar la silla por toda la clase, sino que espera a que termine para continuar.

Habrá quien diga que Walter no le está educando, que tal vez quiera que aprenda química pero que no le está inculcando valores como el respeto por los demás o la responsabilidad. No lo creo. Walter consigue su objetivo, que es, por encima de todo, enseñar química. Su obligación no es educar, sino enseñar, para educar hace falta mucho más que cuatro horas semanales de clase. Y aun así consigue educarle, transmitirle valores. ¿Cómo? Tratándole con respeto. Walter no le falta el respeto al alumno en ningún momento, ni siquiera cuando el alumno le provoca, y eso es educar de la mejor forma posible, con el ejemplo, y no solo al díscolo estudiante, sino a toda la clase. Por ende, el respeto de Walter se extiende desde sus alumnos hacia la materia que imparte, lo que no es más que educar, nuevamente.

Enseñar y educar. Caballos gigantescos que requieren de jinetes colosales. Y ahí tenemos a Walter, como miles de profesores, cabalgando en terreno árido sobre su caballo cargado de respeto y cansancio.


lunes, 22 de septiembre de 2014

MP 185


Monstruos perfectos
-185-
Después de muchos años estudiando el tema, Mikael estaba convencido de que no existía un solo director de banco o empresario célebre que no fuera también un sinvergüenza.
Los hombres que no amaban a las mujeres, 2005. Stieg Larsson.

domingo, 21 de septiembre de 2014

MP 184


Monstruos perfectos
-184-
Que le disparases a Jesse James no te convierte en Jesse James.
Breaking Bad, 2010Vince Gilligan.

lunes, 8 de septiembre de 2014

MP 183


Monstruos perfectos
-183-
Volvió a ser el hijo de la huerta, altivo, enérgico e intratable cuando cree que le asiste la razón.
La barraca. 1898. Vicente Blasco Ibáñez. 

viernes, 29 de agosto de 2014

De prestado


De prestado


Cuando encuentra uno por tercera vez en un libro a un padre que, tras recibir las explicaciones de su hijo a las heridas que presenta, básicamente que ha participado en una pelea en la que le ha dado una buena tunda al mariquita de turno, le felicita, y no solo eso, sino que lo aparta a un rincón y le explica cómo debe colocarse para pelear, con qué nudillos debe golpear para hacer el mayor daño posible, e insulta al pobre desgraciado y reitera gratuitamente que se lo tenía merecido y le anima a que la próxima vez le dé más fuerte, en el cuello a ser posible, y por sorpresa, empieza uno a sospechar que está leyendo demasiados autores de un mismo movimiento literario.

Padres insensibles y con tendencia a la violencia (Carver, Wolff, Ray Pollok); damas de hermosos atributos que desdeñan su vida familiar y se sienten atraídas por la pasión de los amantes nuevos (Flaubert, Tolstoi, Clarín); emigrantes desacostumbrados que se juntan para congraciarse con los espíritus de la nostalgia (Junot, Lahiri, Rushdie).

Los autores nos prestamos personajes y escenas de un libro a otro. Parece como si no hubiese suficientes ideas, como si las cartas estuviesen contadas y la creatividad se limitase a mostrar los detalles de una de ellas de forma particular, personal. Yo, sin ir más lejos, siempre acabo llevando a mi protagonista a la barra de un bar, donde se emborracha junto a un amigo. No sé por qué lo hago. No frecuento bares y nunca me he emborrachado en plan película americana: gesto sombrío, cabeza a media hasta, anhelo de confesión anónima. No tiene nada que ver conmigo ni con el mundo que me rodea, pero ahí está, emergiendo de la misteriosa parte de mi cerebro en que se supone que se cocina eso que llaman creatividad. Y es que vivimos de prestado. Tomando de aquí y de allá sin siquiera darnos cuenta. Lo mismo en la literatura que en la vida. Conocimos a un tipo en el instituto que era un cara dura y cada vez que sospechamos que un recién llegado puede serlo le colocamos a la espalda la mochila de aquel. Ese cromo ya lo tenemos.

Y así es difícil que a uno le sorprendan.

Supongo que es una herramienta más de ese kit ancestral de supervivencia que traemos de aquel mundo sin electricidad del que procedemos, el de los homínidos y tal. Hay que olerse rápido a los recién llegados, catalogar el peligro que traen. Uno no puede esperar a ver por dónde salen. Se parece a aquel que nos hacía reír, vale; o a aquel que iba de bueno pero se volvía loco de pronto, ok; esa tiene pinta de ir a hacernos sufrir, no será la primera, visto.

Las personas y los personajes son lo que hacen, o acaban siendo lo que han hecho, y eso son habas contadas.

Pero de vez en cuando salta la liebre, y entonces, oye, qué aire tan fresco.

miércoles, 27 de agosto de 2014

MP 182


Monstruos perfectos
-182-
No reconocía otro obstáculo para un cambio milagroso que no fuera la incredulidad de los demás.
Vida de este chico. 1989. Tobias Wolff. 

martes, 19 de agosto de 2014

MP 181


Monstruos perfectos
-181-
De año en año se había ido desecando su alma, lenta, pero fatalmente. A alma seca, ojos secos. A su salida de presidio hacía diecinueve años que no había derramado una lágrima.
Los miserables. 1862. Victor Hugo. 

lunes, 18 de agosto de 2014

MP 180


Monstruos perfectos
-180-
Mi madre no esperaba encontrar a la gente aburrida o mezquina; daba por supuesto que serían agradables e interesantes, y ellos notaban esta seguridad y en general se mostraban a la altura de lo que se esperaba de ellos.
Vida de este chico. 1989. Tobias Wolff. 

viernes, 8 de agosto de 2014

El truco del mentiroso


El truco del mentiroso 

Llevo un par de semanas tratando de entender qué es lo que hace especial ese cuento de Tobias Wolff titulado El mentiroso, que considero el mejor de la colección Cazadores en la nieve, y creo por fin haber dado con la clave.

El cuento trata de un niño que miente de forma gratuita, sin poder evitarlo. Y no estoy adelantando nada que no haga el propio título del relato o los primeros de sus párrafos. Es un relato sobre un niño que entra en la adolescencia, seguramente el tipo de personaje que mejor se le da a Tobias, que tiene en su novela Vida de este chico el ejemplo más palmario de lo que estoy afirmando.

Aún más, a Tobias se le dan bien los adolescentes cuando son estos los que cuentan la historia. Es lo que hace James, el protagonista de El mentiroso, contarnos en primera persona algunos detalles de su vida familiar, de las situaciones en las que se ve forzado a inventar y de las consecuencias que estas ficciones de lo más imaginativas acarrean en su vida y en la de sus familiares más cercanos.

La historia está contada con la maestría que caracteriza a Wolff, haciendo hincapié en los detalles significativos, aportando anécdotas que parecen intrascendentes pero que construyen personajes sólidos, comprensibles. Mientras lees el cuento la voz inocente y bondadosa de James te genera un derroche de empatía hacia él que ni siquiera los momentos en los que relata el daño que sus mentiras provocan en la personalidad de su atormentada madre consiguen aplacar. Sin embargo, no dejaría de ser uno más de los relatos del libro si no fuese por un matiz, y es que consigue transmitirte la misma sensación de desconocimiento que sufre el chico. Consigue que, igual que le sucede al personaje, el lector comprenda que mienta, sin saber por qué lo hace.

¿Cómo lo consigue?

Utilizando un truco sutil. Hace que su narrador sea ligeramente omnisciente, es decir, que sepa todo sobre la historia en algunos momentos; por ejemplo, cuando describe lo que hace su madre sin estar él en casa. ¿Cómo puede el narrador saber eso, si no lo ha visto y nadie se lo ha contado? No importa.  No es un error de Wolff. Es un contraste, es una forma de decirnos: puedes saberlo todo, comprender por qué suceden las cosas, y a la vez desconocer por completo el origen de tus acciones.

Tantas veces nos pasa eso en la vida

miércoles, 30 de julio de 2014

MP 179


Monstruos perfectos
-179-
El poder sólo puede disfrutarse cuando es reconocido y temido. La ausencia de terror en quienes no tienen poder es exasperante para quienes lo tienen.
Vida de este chico. 1989. Tobias Wolff. 

domingo, 27 de julio de 2014

MP 178


Monstruos perfectos
-178-
-¿Qué debe hacer un hombre, Walter? Un hombre aprovisiona a su familia.
-Eso me costó mi familia.
-Cuando tienes hijos, siempre tienes familia. Siempre serán tu prioridad, tu responsabilidad. Y un hombre, un hombre aprovisiona.
Breaking Bad, 2010. Vince Gilligan.

viernes, 18 de julio de 2014

MP 177


Monstruos perfectos
-177-
En la postrera luz del día, el lago resplandeciente al pie de la ciudad-palacio parecía un mar de oro fundido.
La encantadora de Florencia, 2008Salman Rushdie.

martes, 8 de julio de 2014

MP 176


Monstruos perfectos
-176-
Es cierto, incluso para los mejores de entre nosotros, que si un observador nos sorprendiera subiéndonos a un tren en una estación intermedia; si reparara en nuestros rostros, privados por el nerviosismo de su aplomo habitual; si valorara nuestro equipaje, nuestra ropa, y mirara por la ventanilla para ver quién nos ha llevado en coche hasta la estación; si escuchara las palabras ásperas o tiernas que decimos en el caso de que nos acompañe nuestra familia, o si se fijara en la manera que tenemos de colocar la maleta en el portaequipajes, de comprobar en qué sitio hemos guardado la cartera y el llavero, y de limpiarnos el sudor que nos cae por la nuca; si pudiera juzgar acertadamente sobre el engreimiento, la desconfianza o la tristeza con que nos instalamos, obtendría un panorama de nuestras vidas más amplio del que la mayoría hubiese querido proporcionarle.
Granjero de verano, 1948. John Cheever.

jueves, 3 de julio de 2014

¿Qué es la química, profesor Walter?


¿Qué es la química, profesor Walter?


Comienzo a ver Breaking Bad y en un par de capítulos descubro al protagonista perfecto. El hombre anodino, acomplejado, el profesorcillo de tres al cuarto que no tiene nada que decir en las conversaciones de hombres cuando salen a fumar en las fiestas, de pronto catapultado a la arena del circo, espada y escudo y ale, a batirse ahí con las fieras. Esos son lo héroes que me gustan, el Jean Valjean de Los miserables, el informático apocado de Las colinas tienen ojos, el William Wallace de Braveheart, tipos que estaban ahí de paso, que no querían molestar, hombrecillos que no buscaban bronca, pero a los que la bronca les va a ir a hurgar en los cojones.

Pese a sus reticencias al protagonismo, la personalidad de este tipo de personajes va mostrando sus aristas a medida que se enfrentan a los problemas. Poco a poco toman peso, seguridad, van sacando lo mejor de sí mismos y uno descubre un pozo mucho mas profundo de lo que esperaba.

De entre todas las aristas de Walter White elijo, por ahora, la de profesor de química. Walter será muchas cosas y seguramente a los guionistas de la serie lo que menos les importe es cómo se las apaña como profesor de instituto, para ellos es una forma más de introducir matices en el personaje, pero el tema me cae cercano, y me hace gracia, porque lo cierto es que posee unas buenas habilidades docentes.

Exploremos pues ese lado del poliédrico profesor Walter.

En el capítulo uno aparece ante una clase de adolescentes en una escena corta pero muy descriptiva.


Comienza explicando qué es la química. La define: Es la ciencia que estudia la materia. Los alumnos no parecen muy interesados. Después da su opinión personal sobre lo que es la química, completa la definición: Es la ciencia del cambio. Eso es lo importante, cómo cambian las cosas y cómo el cambio lo significa todo. El propio ciclo de la vida. Los ojos le brillan, se nota que ama la química, que le fascina lo que está contando. Los alumnos, sin embargo, siguen cabizbajos y bostezando. A continuación aporta un ejemplo práctico, enciende un mechero y pulveriza sustancias químicas que producen sendas llamas de colores. Acaba de ejemplarizar con un experimento lo que ha querido decir con sus palabras. Y mientras lo hace, sigue reforzando la idea del cambio, cómo los elementos se combinan para transformarse en esos colores tan vivos que han conseguido hacer levantar la cabeza a algunos de los chicos. La escena termina con una sonrisa espléndida de Walter, mientras dice: “Es realmente fascinante”.

Algunas cosas que hacen de Walter White un buen profesor son:

1. Es ortodoxo, pero como experto en la materia expresa su opinión y valora la importancia de las diferentes premisas. Así lo demuestra al definir la asignatura, se cierne a la doctrina: es la ciencia de la materia y el cambio, pero emite una opinión sobre esa definición, una opinión basada en su propio conocimiento y experiencia en el tema.

2. Es un entusiasta de la materia que imparte. No hay más que observarle hablar de ella, el respeto y la admiración que le tiene.

3. Domina la materia. Prueba de ello es la exactitud con que describe los procesos químicos que se están dando mientras realiza el experimento con el fuego: niveles energéticos, enlaces moleculares etc...

4. Utiliza ejemplos prácticos y vistosos.

Todo eso en apenas cincuenta segundos merced a los estupendos guionistas de la serie. Seguiremos viéndola, aunque no será solo por aprender química.