viernes, 8 de agosto de 2014

El truco del mentiroso


El truco del mentiroso 

Llevo un par de semanas tratando de entender qué es lo que hace especial ese cuento de Tobias Wolff titulado El mentiroso, que considero el mejor de la colección Cazadores en la nieve, y creo por fin haber dado con la clave.

El cuento trata de un niño que miente de forma gratuita, sin poder evitarlo. Y no estoy adelantando nada que no haga el propio título del relato o los primeros de sus párrafos. Es un relato sobre un niño que entra en la adolescencia, seguramente el tipo de personaje que mejor se le da a Tobias, que tiene en su novela Vida de este chico el ejemplo más palmario de lo que estoy afirmando.

Aún más, a Tobias se le dan bien los adolescentes cuando son estos los que cuentan la historia. Es lo que hace James, el protagonista de El mentiroso, contarnos en primera persona algunos detalles de su vida familiar, de las situaciones en las que se ve forzado a inventar y de las consecuencias que estas ficciones de lo más imaginativas acarrean en su vida y en la de sus familiares más cercanos.

La historia está contada con la maestría que caracteriza a Wolff, haciendo hincapié en los detalles significativos, aportando anécdotas que parecen intrascendentes pero que construyen personajes sólidos, comprensibles. Mientras lees el cuento la voz inocente y bondadosa de James te genera un derroche de empatía hacia él que ni siquiera los momentos en los que relata el daño que sus mentiras provocan en la personalidad de su atormentada madre consiguen aplacar. Sin embargo, no dejaría de ser uno más de los relatos del libro si no fuese por un matiz, y es que consigue transmitirte la misma sensación de desconocimiento que sufre el chico. Consigue que, igual que le sucede al personaje, el lector comprenda que mienta, sin saber por qué lo hace.

¿Cómo lo consigue?

Utilizando un truco sutil. Hace que su narrador sea ligeramente omnisciente, es decir, que sepa todo sobre la historia en algunos momentos; por ejemplo, cuando describe lo que hace su madre sin estar él en casa. ¿Cómo puede el narrador saber eso, si no lo ha visto y nadie se lo ha contado? No importa.  No es un error de Wolff. Es un contraste, es una forma de decirnos: puedes saberlo todo, comprender por qué suceden las cosas, y a la vez desconocer por completo el origen de tus acciones.

Tantas veces nos pasa eso en la vida

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