Monstruos perfectos
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No habiéndose descosido jamás de las faldas de su madre sino para asistir a cátedra en el Seminario, sabía de la vida lo que enseñan los libros piadosos.
Los pazos de Ulloa. 1886. Emila Pardo Bazán.
No habiéndose descosido jamás de las faldas de su madre sino para asistir a cátedra en el Seminario, sabía de la vida lo que enseñan los libros piadosos.
Tanta energía gastada para captar y servir caliente, al otro día, con el café, esta cosa ficticia, de la que incurrimos en la equivocación de no cansarnos nunca: noticias.
A la belleza de la laguna se añadía la sensación de que los acantilados le servían de abrigo, como si fueran los muros de un castillo puesto del revés.
-Si realmente fuera tan rico, no estaría preso -añadió el inspector con la sencillez del hombre corrompido.
La vida humana es el mayor derroche económico de la naturaleza: cuando parece que podrías empezar a sacarle provecho a lo que sabes, te mueres, y los que vienen detrás vuelven a empezar de cero.
Después de muchos años estudiando el tema, Mikael estaba convencido de que no existía un solo director de banco o empresario célebre que no fuera también un sinvergüenza.
Volvió a ser el hijo de la huerta, altivo, enérgico e intratable cuando cree que le asiste la razón.
No reconocía otro obstáculo para un cambio milagroso que no fuera la incredulidad de los demás.
De año en año se había ido desecando su alma, lenta, pero fatalmente. A alma seca, ojos secos. A su salida de presidio hacía diecinueve años que no había derramado una lágrima.
Mi madre no esperaba encontrar a la gente aburrida o mezquina; daba por supuesto que serían agradables e interesantes, y ellos notaban esta seguridad y en general se mostraban a la altura de lo que se esperaba de ellos.