viernes, 13 de diciembre de 2013

Materia oscura



Materia oscura

Asistíamos ayer a las jornadas sobre búsqueda de materia oscura en la EPSG. Se impartieron charlas técnicas a lo largo del día, y se culminó la fiesta con una conferencia de carácter divulgativo, es decir, olvidar algunos detalles sin importancia y contar algunos chascarrillos históricos que, de algún modo, ayuden a humanizar esta apasionante historia de búsqueda que dura ya más de tres décadas. Los que están en ella desde el principio son ya hombres maduros, han pasado sus vidas entre cables, centelleadores, fotomultiplicadores, pírex, agua pura, ambientes libres de radón, salas blancas, trajes desechables, mascarillas, guantes de látex, minas, bunkers, alcantarillados…, pero también aulas, despachos, salas de conferencias, aeropuertos, comités de financiación, restaurantes de paso, colegas, otras universidades etc... Y se les nota ya cansados. Es su trabajo, y les gusta, pero no encuentran nada. Cuando parece que está ahí la partícula oscura, lo que ven acaba siendo la energía desprendida por una microgrieta del sistema de anclaje del detector (y ojo, eso no se descubre de un día para otro, así que da tiempo a ilusionarse bastante). Cuando ven una tendencia en los gráficos, resulta ser un error sistemático en el procesado de los datos, y así una tras otra. Su trabajo consiste en construir un detector muy sensible, pero con muy poco ruido. Lo que pueda parecer a simple vista contradictorio. A la sensibilidad se opone la afectación, a la insensibilidad, la focalización. El problema radica, a mi entender, en las hipótesis de partida. Hay que suponer que la materia oscura no es tan oscura para que nuestro fino detector la vea. Pero, ¿y si es tan oscura como podría ser?

En su labor de fontaneros en busca de la fuga de agua me recuerdan estos científicos a los escritores que purgan defectos en sus manuscritos, y apañan y sustituyen y eliminan y ponen aquí y allá, y luego deciden que era correcto lo anterior y recuperan versiones de la papelera y quitan comas y luego las vuelven a poner. Y así pasan los años, y se decepcionan, se vuelven escépticos, y se preguntan también si sus hipótesis de partida eran correctas o no, y si en lugar de incrementar la sensibilidad de sus obras lo que están haciendo no es, simplemente, aumentar el ruido.

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