Materia oscura
Asistíamos ayer a las jornadas sobre búsqueda de
materia oscura en la EPSG. Se impartieron charlas técnicas a lo largo del día,
y se culminó la fiesta con una conferencia de carácter divulgativo, es decir,
olvidar algunos detalles sin importancia y contar algunos chascarrillos
históricos que, de algún modo, ayuden a humanizar esta apasionante historia de
búsqueda que dura ya más de tres décadas. Los que están en ella desde el
principio son ya hombres maduros, han pasado sus vidas entre cables,
centelleadores, fotomultiplicadores, pírex, agua pura, ambientes libres de radón,
salas blancas, trajes desechables, mascarillas, guantes de látex, minas,
bunkers, alcantarillados…, pero también aulas, despachos, salas de
conferencias, aeropuertos, comités de financiación, restaurantes de paso,
colegas, otras universidades etc... Y se les nota ya cansados. Es su trabajo, y
les gusta, pero no encuentran nada. Cuando parece que está ahí la partícula oscura,
lo que ven acaba siendo la energía desprendida por una microgrieta del sistema de
anclaje del detector (y ojo, eso no se descubre de un día para otro, así que da
tiempo a ilusionarse bastante). Cuando ven una tendencia en los gráficos,
resulta ser un error sistemático en el procesado de los datos, y así una tras
otra. Su trabajo consiste en construir un detector muy sensible, pero con muy
poco ruido. Lo que pueda parecer a simple vista contradictorio. A la
sensibilidad se opone la afectación, a la insensibilidad, la focalización. El
problema radica, a mi entender, en las hipótesis de partida. Hay que suponer
que la materia oscura no es tan oscura para que nuestro fino detector la vea.
Pero, ¿y si es tan oscura como podría ser?
En su labor de fontaneros en busca de
la fuga de agua me recuerdan estos científicos a los escritores que purgan
defectos en sus manuscritos, y apañan y sustituyen y eliminan y ponen
aquí y allá, y luego deciden que era correcto lo anterior y recuperan versiones
de la papelera y quitan comas y luego las vuelven a poner. Y así pasan los
años, y se decepcionan, se vuelven escépticos, y se preguntan también si sus
hipótesis de partida eran correctas o no, y si en lugar de incrementar la
sensibilidad de sus obras lo que están haciendo no es, simplemente, aumentar el ruido.
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