miércoles, 18 de septiembre de 2013

Empezar de cero



Empezar de cero

Debe de ser una de las tentaciones más recurrentes empezar de cero. Pasar el brazo sobre la mesa y echar al suelo todos los trastos acumulados. Empezar de cero. Olvidar el daño que nos hemos hecho y empezar de cero. Dejar atrás de una vez por todas las páginas amarillentas de la historia de uno y empezar de cero, pero ahora tratando de hacer las cosas bien desde el principio. No corregir, tirar. Y empezar de cero. No pedir perdón ni pedir disculpas ni tratar de enmendar, enderezar el árbol, eso se hace de pequeño. Así que empezar de cero. Pero en recto. Volver a los años de la adolescencia y seleccionar la opción adecuada en el instituto y luego, en la lista de las diez tras el selectivo, apuntar en primer lugar la carrera universitaria que tendríamos que haber estudiado e ir a clase desde el primer día. Empezar de cero. Apagar el último cigarrillo y empezar de cero. Sin el mono. Mañana ir al gimnasio pero empezando de cero. Es decir, sin los michelines y con un índice de grasa corporal justo en el centro de la horquilla. Dejarlo de una vez por todas y respirar hondo, expulsar el aire de un soplido por la nariz y decir, por fin. Y entonces empezar de cero. Con pena, pero con la conciencia tranquila.

Que todo fuese tan fácil como le sucede a uno cada año, que tiene que empezar de cero con los Fundamentos de la Acústica. Abrir los apuntes por la página uno y encontrarse allí con la segunda ley de Newton. Deducir ecuaciones. Encontrar soluciones. Extraer conclusiones. Y así construir un mundo desde lo más abajo posible, desde lo más fundamental que uno puede admitir sin riesgo a equivocarse: la energía se conserva, la masa no va a desaparecer así como así, existe una relación entre el esfuerzo que se hace y el resultado que se obtiene. Cosas simples, cosas irrefutables con las que construir el castillo de la acústica sin temor a equivocarnos, dando pasos lentos pero seguros, avanzando con la tranquilidad de que no habrá que volver a empezar porque ya lo hemos hecho y pisamos terreno firme. Y cuando lleva uno un par de semanas de clase, entonces les dirá a los alumnos: todo es falso. Es solo un mundo ideal. No es la realidad. Acordaos de que hicimos aquella aproximación a primer orden, acordaos de que no tuvimos en cuenta la viscosidad, acordaos que os prometí que los procesos serían completamente adiabáticos… Pues no. Nada era del todo cierto. Y entonces corregir un poco las ecuaciones para poder seguir adelante. Reconocer que estábamos equivocados pero buscar una forma de poder avanzar. Pedirles perdón y seguir. Y aunque es cierto que algunas veces los errores se podrían haber introducido en las ecuaciones iniciales, esto es, no empezar con Newton, tan puro, sino empezar con Navier-Stokes, que ya sabía que por el camino habría pérdidas, ¿qué hubiésemos conseguido? Empezar de cero, sí, pero para construir un mundo imperfecto. Y eso ya lo teníamos.

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