Monstruos perfectos
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–Yo trabajo, al menos, yo soy pobre.
–Ya se ve –dijo Frédéric, irritado.
La educación sentimental, 1869. Gustave Flaubert.
–Yo trabajo, al menos, yo soy pobre.
–Ya se ve –dijo Frédéric, irritado.
..., toda su persona le producía esa turbación a la que nos lanza el espectáculo de los hombres extraordinarios.
Vinieron días tristes.
Por temor a las decepciones, ya no estudiaban.
Durante mucho tiempo pensé que la mejor novela que había leído en mi
vida era La educación sentimental, historia con tintes autobiográficos escrita
por ese autor francés que es una de las cuatro o cinco razones por las que uno
admira a los vecinos de arriba. Me parecía muy superior a su mucho más popular
Madame Bovary, que ya es decir. Quede claro ya desde el principio que para mí, Flaubert
es a la literatura como Kenia al atletismo de fondo, es decir, que siempre hay como
mínimo dos de sus novelas en el podio de las mejores.¿Tener éxito así, de primeras? Venga, ¿cómo? ¿Así, sin hacerlo bien? Venga, dime cómo. ¿Así? ¿Pa'que el disco luego suene como un cromo?
Pero el fin del mundo, por lejos que estuviera, los apesadumbró, y juntos caminaron en silencio por los guijarros.
Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas.
Siempre he pensado que
una bonita forma de estudiar historia, y hasta geografía, sería, en lugar de
recurrir a textos casi siempre ariscos y desmoralizadores (quién no recuerda
aquellos plomos del instituto), leer novelas escritas en las diferentes épocas
y regiones.Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela.
Mingote comulgaba en las ideas anárquico-filantrópico-colectivistas; algunas de sus cartas terminaban poniendo: "Salud y revolución social", lo cual no era obstáculo para que intentase unas veces establecer una casa de préstamos; otras, una casa de citas o algún otro "honrado" comercio por el estilo.
Las tazas de water en los cuartos de baño modernos se elevan del suelo como flores blancas de nenúfar.
Que a Mario Vargas Llosa
no le hayan concedido el Premio Nobel hasta el año 2010, ya con 74 años el
pobre, es como si a Leo Messi no le hubiesen dado todavía, a fecha de hoy, un
balón de oro. Vamos, ¡una injusticia que clama al cielo!Una vez había tenido entre los dedos un velo tejido con hilo de seda japonés. Era como tener entre los dedos la nada.
Que nos han engañado. Que nos siguen engañando. En la pastelería hay Ratzinger de chocolate.
En aquellos días nublados, Robert Neville no sabía con certeza cuándo se pondría el sol, y a veces ellos ya ocupaban las calles antes de que él regresara.
Habla con tu misma voz -americano- y en sus ojos se detecta un brillo que siempre resulta esperanzador.