En las antípodas... todo es idéntico

Tierra desacostumbrada es, como su autora bien se ocupa de
aclarar en la cita inicial*, un libro sobre gente que vive en tierra extraña,
donde no ha nacido, donde no vive ninguno de sus abuelos, donde los amigos lo
son antes por la circunstancia de haber nacido en el mismo remoto país que por
la existencia de una sintonía efectiva de caracteres. Esto impone al texto
algunas curiosidades y anécdotas que nos pueden interesar en la medida en que
la mayoría de nosotros sí vivimos con los pies sobre la tierra en la que hemos
nacido, y descubrir esa idiosincrasia es un aliciente para su lectura. Leyendo
se aprende, algo, supongo. Pero el principal motivo para leer el conjunto de
relatos de Jhumpa Lahiri es que prácticamente la mayoría de ellos consiguen
atraparte con ese don que la autora tiene para hacer que relatos de tirada
media (cuentos largos o novelas muy cortas) te subyuguen, te atrapen, y no te
dejen dedicarte a otros menesteres hasta que hayas averiguado cómo acaba la historia
que tienes entre manos.
*La naturaleza humana no dará fruto, al igual que la patata, si se planta una y otra vez, durante demasiadas generaciones, en la misma tierra agotada. Mis hijos han tenido otros lugares de nacimiento y, hasta donde alcance mi control sobre su fortuna, echarán raíces en tierra desacostumbrada.
Nathaniel
Hawthorne
La aduana
Si hay algo que echar en cara, tal vez sea la
redundancia temática que detecto en la segunda parte del libro, y el
innecesario empeño en escribir cuentos cuyas historias se entrecrucen. Práctica
que me parece sobrevalorada o, en cualquier caso, sobada.
Relaciones familiares
y de pareja discurren en estas páginas cargadas de los colores, olores y
sabores de la India, que se disfrutan, con la nostalgia del emigrante, en las
tierras frías del norte de América. Si tienen que hacer un regalo regalen
Tierra Desacostumbrada y una semana después se lo agradecerán.
Tenía aptitudes para la ciencia, así que siguió adelante, se especializó en biología en Columbia y luego ingresó en la Facultad de Medicina. Aguantó dos años, sobre todo porque conoció a Megan y se enamoró de ella. Pero, cuanto más la conocía, más claro empezó a resultarle que él carecía de su dedicación, su empuje. Una noche, mientras estaba estudiando para un examen de farmacia, salió a tomar un café. Caminó unas manzanas para estirar las piernas, y luego unas cuantas más. Siguió caminando por Broadway, un centenar de manzanas a través de Washington Heights hasta Lincoln Center, y luego siguió hasta Chinatown donde, al rayar el alba, próximo al delirio, se detuvo al fin. Descargaban camiones de pescado y verduras, la vida volvía a echarse cautelosamente a la calle. Entró en una panadería, tomó un té y pan de coco, vio un grupo de mujeres chinas sentadas en torno a una mesa al fondo, clasificando una montaña de espinacas. Tomó el tren de regreso hacia las afueras y durmió durante el examen. Empezó a saltarse una clase, luego otra. Transcurrió una semana y, a pesar de su pasividad absoluta, tuvo la sensación de que estaba alcanzando el mayor logro de su vida. Dejó la carrera, sin decírselo a sus padres hasta que terminó el semestre. Esperaba que Megan rompiera con él, pero ella respetó su decisión y siguió a su lado. Casi a modo de broma, tras abandonar la carrera de Medicina, solicitó entrar en la Facultad de Periodismo en Columbia pero no lo admitieron.
Tierra desacostumbrada, 2008. Jhumpa Lahiri.
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