viernes, 20 de septiembre de 2013

MP 112




Monstruos perfectos
-112-
-Lo que digo es que no entiendo qué puede ver una mujer en un tipo que es un mentiroso y un falso, sabiéndolo ella muy bien.
-Lo más seguro es que, en general, no le guste la gente mentirosa y falsa -dijo Denise-. Pero está enamorada de ese hombre, y con él hace una excepción.
Las correcciones, 2001Jonathan Franzen.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Empezar de cero



Empezar de cero

Debe de ser una de las tentaciones más recurrentes empezar de cero. Pasar el brazo sobre la mesa y echar al suelo todos los trastos acumulados. Empezar de cero. Olvidar el daño que nos hemos hecho y empezar de cero. Dejar atrás de una vez por todas las páginas amarillentas de la historia de uno y empezar de cero, pero ahora tratando de hacer las cosas bien desde el principio. No corregir, tirar. Y empezar de cero. No pedir perdón ni pedir disculpas ni tratar de enmendar, enderezar el árbol, eso se hace de pequeño. Así que empezar de cero. Pero en recto. Volver a los años de la adolescencia y seleccionar la opción adecuada en el instituto y luego, en la lista de las diez tras el selectivo, apuntar en primer lugar la carrera universitaria que tendríamos que haber estudiado e ir a clase desde el primer día. Empezar de cero. Apagar el último cigarrillo y empezar de cero. Sin el mono. Mañana ir al gimnasio pero empezando de cero. Es decir, sin los michelines y con un índice de grasa corporal justo en el centro de la horquilla. Dejarlo de una vez por todas y respirar hondo, expulsar el aire de un soplido por la nariz y decir, por fin. Y entonces empezar de cero. Con pena, pero con la conciencia tranquila.

Que todo fuese tan fácil como le sucede a uno cada año, que tiene que empezar de cero con los Fundamentos de la Acústica. Abrir los apuntes por la página uno y encontrarse allí con la segunda ley de Newton. Deducir ecuaciones. Encontrar soluciones. Extraer conclusiones. Y así construir un mundo desde lo más abajo posible, desde lo más fundamental que uno puede admitir sin riesgo a equivocarse: la energía se conserva, la masa no va a desaparecer así como así, existe una relación entre el esfuerzo que se hace y el resultado que se obtiene. Cosas simples, cosas irrefutables con las que construir el castillo de la acústica sin temor a equivocarnos, dando pasos lentos pero seguros, avanzando con la tranquilidad de que no habrá que volver a empezar porque ya lo hemos hecho y pisamos terreno firme. Y cuando lleva uno un par de semanas de clase, entonces les dirá a los alumnos: todo es falso. Es solo un mundo ideal. No es la realidad. Acordaos de que hicimos aquella aproximación a primer orden, acordaos de que no tuvimos en cuenta la viscosidad, acordaos que os prometí que los procesos serían completamente adiabáticos… Pues no. Nada era del todo cierto. Y entonces corregir un poco las ecuaciones para poder seguir adelante. Reconocer que estábamos equivocados pero buscar una forma de poder avanzar. Pedirles perdón y seguir. Y aunque es cierto que algunas veces los errores se podrían haber introducido en las ecuaciones iniciales, esto es, no empezar con Newton, tan puro, sino empezar con Navier-Stokes, que ya sabía que por el camino habría pérdidas, ¿qué hubiésemos conseguido? Empezar de cero, sí, pero para construir un mundo imperfecto. Y eso ya lo teníamos.

martes, 17 de septiembre de 2013

MP 111



Monstruos perfectos
-111-
Tal vez la autosuperación no sea la respuesta.
Tayler nunca conoció a su padre.
Tal vez la autodestrucción sea la respuesta.
El club de la lucha, 1996. Chuck Palahniuk.

lunes, 16 de septiembre de 2013

MP 110




Monstruos perfectos
-110-
Yo ya no apruebo ni desapruebo nada. Es una actitud absurda ante la vida. No se nos pone en el mundo para airear nuestros prejuicios morales.
El retrato de Dorian Grey, 1891. Oscar Wilde.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Repetirse



Repetirse

Nos pasa con los buenos alumnos y nos pasa con los genios que cuanto más dan más se les pide, más trabajo, más resultados, más buenas ideas, más sorpréndanme ustedes. Y sucede que a veces es pedir demasiado. Es lo que me ha pasado con Vargas Llosa este verano. Uno esperaba otra obra maestra, como si eso fuese pan comido, y va y se encuentra el boceto, los ensayos con borrones de esa obra que quería encontrar. Y mientras lee se va acordando de otros personajes de otras novelas que escribió después, el doctor Balaguer y el matón de Johnny Abbes de La fiesta del Chivo, por ejemplo, cuyos orígenes se perciben ya en el Cayo Mierda de Conversación en La Catedral, solo que aquí quedan como desamparados, perdidos entre las hojas y las palabras y ese juego malabar de mezclar conversaciones que don Mario se trae entre manos en esta ocasión y que demuestra que los caminos más hermosos, a veces, no son los más empinados. Se agradece, sin embargo, el esfuerzo de Conversación en La Catedral, porque es una obra digna de la que tanto aprender, pero sobre todo porque mucho me temo que sin haber escrito esta, no hubiésemos podido disfrutar de la otra, la realmente buena. O tal vez sea cierto que siempre está uno escribiendo el mismo libro.

DESDE la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú? Los canillitas merodean entre los vehículos detenidos por el semáforo de Wilson voceando los diarios de la tarde y él echa a andar, despacio, hacia la Colmena. Las manos en los bolsillos, cabizbajo, va escoltado por transeúntes que avanzan, también, hacia la Plaza San Martín. Él era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál? Frente al Hotel Crillón un perro viene a lamerle los pies: no vayas a estar rabioso, fuera de aquí. El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. Piensa: no hay solución. Ve una larga cola en el paradero de los colectivos a Miraflores, cruza la Plaza y ahí está Norwin, hola hermano, en una mesa del Bar Zela, siéntate Zavalita, manoseando un chilcano y haciéndose lustrar los zapatos, le invitaba un trago. No parece borracho todavía y Santiago se sienta, indica al lustrabotas que también le lustre los zapatos a él. Listo jefe, ahoritita jefe, se los dejaría como espejos, jefe.
Conversación en La catedral, 1969. Mario Vargas Llosa.


jueves, 12 de septiembre de 2013

MP 109



Monstruos perfectos
-109-
Y a lo que decís, señor, que vuestro hijo no estima mucho la poesía de romance, dame a entender que no anda muy acertado en ello, y la razón es ésta: el grande Homero no escribió en latín, porque era griego, ni Virgilio no escribió en griego, porque era latino. En resolución, todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las extranjeras para declarar la alteza de sus conceptos; y siendo esto así, razón sería que se extendiese esta costumbre por todas las naciones, y que no se desestimase al poeta alemán porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aun el vizcaíno, que escribe en la suya.
El ingenioso hidalgo, 1605. Miguel de Cervantes.