Monstruos perfectos
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Em va dir que, als joves, se'ls ha de deixar tranquils, perquè saben més que no pas els vells, que caminen a recules com els crancs.
La plaça del Diamant, 1962. Mercé Rodoreda.
Em va dir que, als joves, se'ls ha de deixar tranquils, perquè saben més que no pas els vells, que caminen a recules com els crancs.
Creo que no hay en
literatura nada más difícil que, en una historia de amor, contar el proceso de
enamoramiento. Lo que tan intenso se vive desde dentro, lo que te arrastra a
los instintos más básicos y te ciega y vapulea como si sobre una montaña rusa estuvieses
montado, visto desde fuera es una cosa ñoña y de lo más aburrida. Ni siquiera
cuando ese enamoramiento implica un pequeño drama familiar, como es el caso en
el que el enamoramiento es furtivo, extramatrimonial, tiene el menor interés.
Está esa serie: The affair. Se conocen y tal. Vemos la tensión de los primeros
momentos, cuando lo que tira es la carne. Y luego se van a una isla turística
tipo Ibiza y a él se le cae el café en la camisa y tienen que ir a comprarse
una camisa nueva y se pegan un morreo en el probador y luego se van a alquilarse
una habitación de hotel para echar un polvo tranquilos y ufff… ¡Qué pereza!
Mira si es que hasta los guionistas de la serie se han aburrido y han decidido
introducir una historia de drogas y un asesinato. ¡Que eso sí que es fácil de
llevar! ¡Que eso siempre anima al personal!Algún inglés dijo una vez que el matrimonio es una larga comida insulsa en que te sirven primero el postre.
Sabía que no debía hacerlo, que desataría la tormenta una vez más, pero el coche estaba a punto de calarse: le dije que cambiase de marcha.
Viajar sirve sobre todo para aprender sobre el país del que nos hemos marchado.
Cuatro libros de relatos
han caído este año: Leche, de Marina
Perezagua, Diez de diciembre, de
George Saunders, De regreso al mundo,
de Tobias Wolff e Hijo de Jesús, de
Dennis Johnson, a parte de los cuentos de John Cheever, cuya colección me acompaña
ya desde hace dos años. Existe un placer distinto en la lectura de relatos al
que existe en la lectura de novelas. Los primeros muestran fogonazos de
historias, momentos, sensaciones, temores, mientras que las novelas describen
una trama y requieren de la evolución de sus personajes. En los primeros uno no
quiere saber nada más que qué es lo que hay en el presente de esos tipos con
problemas que aparecen en las páginas, en las segundas uno espera que esos
tipos cambien, resuelvan, nos aclaren cómo son o cómo van a ser a partir de
ahora.