Monstruos perfectos
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Se hicieron muchas cosas y pasaron tantos duros ante los ojos de la gente y a tanta velocidad, que la gente creyó que había más moneda y más asequible de la que había en realidad. Todo lo cual, claro, es relativo -relativo en relación con otros países-. Lo cierto es que se creó una ilusión económica, y que esta ilusión impulsó en buena medida el hedonismo de la gente. El hedonismo no tiene límites y, cuando se conoce, se inscribe implícitamente en el partido del progreso indefinido -en el partido de los grifos que manan siempre.
Se produjo, sin embargo, el colapso -el parón en el rellano de 1930-.